37 Consultó Saúl a Dios: «¿Bajaré en persecución de los filisteos?
¿Los entregarás en manos de Israel?» Pero no respondió en aquella ocasión.
38 Entonces dijo Saúl: «Acercaos aquí todos los principales del
pueblo. Investigad en qué ha consistido el pecado de hoy.
39 ¡Vive Yahveh! que ha salvado a Israel, que aunque se trate de mi
hijo Jonatán, morirá sin remisión.» Nadie del pueblo se
atrevió a
responderle.
40 Dijo a todo Israel: «Poneos a un lado, y yo y mi hijo Jonatán nos
pondremos al otro», y el pueblo respondió a Saúl: «Haz lo que mejor
te
parezca.»
41 Dijo entonces Saúl: «Yahveh Dios de Israel, ¿por qué no respondes
hoy a tu siervo? Si el pecado es mío o de mi hijo Jonatán, Yahveh Dios de
Israel, da = urim; = si el pecado es de tu pueblo Israel, da = tummim =.»
Fueron señalado Saúl y Jonatán, quedando libre el pueblo.
42 Saúl dijo: «Sortead entre mi hijo Jonatán y yo»; y fue señalado
Jonatán.
43 Dijo entonces Saúl a Jonatán: «Cuéntame lo que has hecho.»
Jonatán respondió: «No he hecho más que probar un poco de miel con la
punta de la vara que tenía en la mano. Estoy dispuesto a morir.»
44 Saúl replicó: «Que Dios me haga esto y me añada esto otro si no
mueres, Jonatán.»
45 Pero el pueblo dijo a Saúl: «¿Es que va a morir Jonatán siendo él
quien ha conseguido esta gran victoria en Israel? ¡Dios nos libre!
¡Vive
Yahveh! que no caerá en tierra ni un cabello de su cabeza, porque
con
ayuda de Dios lo hizo.» Así rescató el pueblo a Jonatán y no murió.
46 Regresó Saúl de la persecución de los filisteos y los filisteos
alcanzaron su país.
47 Cuando Saúl se constituyó rey sobre Israel guerreó por todas partes
contra todos sus enemigos: contra Moab, los ammonitas, Edom, el rey de
Sobá y los filisteos; doquiera se dirigía resultaba vencedor.
48 Hizo proezas de valor, batió a los amalecitas y libró a Israel
del
poder de los que le saqueaban.